A principios del siglo XIX, la luz percibida por el ojo humano y con la ayuda de un catalejo, constituye la base de la telegrafía óptica como medio de enlace. Sus elementos esenciales son: una torre de cierta elevación, un aparato mecánico que permita enviar signos, letras, palabras, etc… Había tres sistemas: a brazo, con banderas y con persianas de señales, de acuerdo con un código y un anteojo para divisar las señales de distintos colores. Las persianas de señales formaron parte de los diferentes sistemas de comunicación que se desarrollaron a lo largo del siglo XIX. Estas persianas que tan importante papel jugaron en las comunicaciones, complementaban su uso con banderas, heliógrafos y telégrafos. El alcance de estas señales era de unos 1.500 m en un día despejado. Las persianas de señales fueron utilizadas en el Ejército español hasta la guerra de Ifni-Sahara (1.957-1.958).